“Lo que ignoramos sobre el sedentarismo”

Por Eugenio Fierro

La actividad física es un proceso complejo y dinámico. A lo largo de la vida, las personas suelen atravesar diferentes fases de participación en el ejercicio, determinadas por diversos factores, entre los que destacan:

  • Características individuales: motivaciones, autoeficacia, historial de actividad física, habilidades y otros comportamientos relacionados con la salud.
  • Características ambientales: barreras de acceso, disponibilidad de tiempo, apoyos sociales y culturales, entre otros.

La razón más común para no realizar actividad física —o para no aumentar sus niveles— es la “falta de tiempo”. Sin duda, algunas personas disponen de menos tiempo libre que otras, lo cual depende en gran medida de factores sociodemográficos y familiares. Sin embargo, el punto central no es la cantidad de tiempo disponible, sino la forma en que se asigna dicho tiempo a distintos comportamientos.

En este sentido, es importante reconocer que la actividad física es multifacética: no se limita al gimnasio, sino que puede integrarse en la vida cotidiana. Ejemplos de ello son ir en bicicleta al trabajo, caminar o correr en el parque, o aumentar los pasos diarios utilizando las escaleras en lugar del ascensor o la escalera eléctrica.

Decir “no tengo tiempo para hacer ejercicio” suele reflejar más una elección frente a otros comportamientos competitivos que una verdadera imposibilidad. Para comprenderlo, resulta clave analizar los datos sobre el uso del tiempo y observar cómo las personas asignan sus espacios de “tiempo libre”.

Al observar los datos y la evidencia empírica sobre el uso del tiempo desde la perspectiva de la actividad física en el tiempo libre, debemos considerar cómo se asigna el «tiempo libre» de las personas.

Por lo anterior, no basta con decir a alguien inactivo físicamente frases como “tiene que hacer ejercicio porque es bueno para su salud”. Esto equivale a decirle a una persona triste: “no estés triste”. La inactividad física es un fenómeno multifactorial, que requiere estrategias profundas para lograr cambios sostenibles. Una vía efectiva consiste en pasar de un modelo centrado únicamente en la cantidad de actividad y el gasto calórico, hacia un enfoque que reconozca la complejidad del cambio de comportamiento, el estilo de vida y la calidad de la experiencia del movimiento.

Con el tiempo, la actividad física ha dejado de ser una necesidad para convertirse en una alternativa, lo que ha provocado una disminución drástica en sus niveles. No obstante, las experiencias positivas asociadas al movimiento tienen el potencial de reforzar las creencias sobre los beneficios de la práctica regular.

En otras palabras, si la actividad física es agradable, es más probable que las personas perciban y valoren sus beneficios para la salud. A medida que esas experiencias se vuelven más evidentes, el impacto positivo en la salud se percibe con mayor fuerza.

La inactividad física no solo afecta a la salud individual, sino que también representa una carga financiera para los sistemas de salud pública. De acuerdo con la evidencia, por cada 1 dólar invertido en la promoción de la actividad física, se puede obtener un retorno económico de hasta 7 dólares, gracias a la reducción de factores de riesgo y al control de enfermedades no transmisibles.

Eugenio Fierro es Preparador Físico “Egresado destacado del año 2021” (Santo Tomás, Rancagua, Chile) Conferencista del equipo High Fitness. Además, es Autor publicado en revista científica “Journal of movement & Health” https://doi.org/10.5027/jmh-Vol21-Issue2(2024)art198. Principalmente destaca en sus áreas de estudio el “entrenamiento en niños y adolescentes” y la Promoción y adherencia a la práctica de actividad física. Hace divulgación científica en redes sociales y en sus Podcast’s disponibles en Spotify Fitness Juvenil y Entrenamiento de Fitness Funcional. Autor del libro: High Fitness Kids

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