Este martes se cumplen 14 años desde que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró al Paisaje Cultural Cafetero de Colombia como Patrimonio de la Humanidad, un reconocimiento que puso en valor no solo la riqueza natural de la región, sino también el trabajo histórico de las comunidades caficultoras y su relación armónica con el entorno.

La declaratoria, oficializada el 25 de junio de 2011, comprendió inicialmente 47 municipios de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y norte del Valle del Cauca, abarcando más de 141 mil hectáreas de cafetales tradicionales, con fincas, caminos, pueblos y arquitectura vernácula que expresan una identidad cultural única en el mundo.

A lo largo de estos 14 años, el reconocimiento ha servido como impulso para el desarrollo sostenible de la región, la promoción del turismo responsable y la preservación de prácticas agrícolas tradicionales. Sin embargo, el Paisaje Cultural Cafetero también enfrenta desafíos importantes: la expansión de la minería, la pérdida progresiva de áreas cultivadas y el envejecimiento de la población cafetera, que amenazan su permanencia en la lista de patrimonio mundial.

Recientemente, el gobierno de Colombia, en alianza con México, inició un proyecto de cooperación internacional para fortalecer la gestión de paisajes patrimoniales como el del café y el agave. Además, se han activado mesas regionales en departamentos como el Valle del Cauca para reforzar el seguimiento y la protección del paisaje.

En este aniversario, diversas instituciones, colectivos y habitantes del Eje Cafetero invitan a redoblar esfuerzos para cuidar este legado vivo que sigue dando identidad, sabor y sentido a la cultura colombiana.