2. Para lo anterior se necesita una gracia especial que eleve al alma y la encumbre sobre sí misma. Y si el hombre no se eleva en espíritu y no está despegado de todo lo creado y perfectamente unido a Dios, no es de mucho valor cuando sabe y también cuando tiene. Será siempre pequeño y postrado por el suelo aquel que valoriza como grande algo que no sea el solo, único, inmenso y eterno bien. En verdad, toda cosa que no sea Dios es nada y como nada debe considerarse.

Hay mucha diferencia entre la sabiduría de un hombre iluminado y devoto, y la ciencia del literato y del estudioso. Mucho más noble es la doctrina que emana de Dios y fluye hacia nosotros desde lo alto que aquella que trabajosamente se adquiere con nuestro entendimiento.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.