1. Es necesario que te esfuerces en buscar sin descanso la gracia de la devoción, pedirla insistentemente, esperarla con paciencia y confianza, recibirla con gratitud, conservarla con con humildad, cooperar activamente con ella y remitirte a Dios en cuanto al tiempo y al modo con que se digne visitarte desde lo alto.

Debes humillarte en modo especial cuando interiormente experimentes poco o ningún fervor, pero sin desanimarte demasiado ni entristecerte excesivamente.

Muchas veces Dios otorga en un momento lo que ha rehusado durante largo tiempo y, algunas veces, da al final de la oración lo que no quiso conceder al principio.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.