La arriería fue una de las actividades más importantes en el desarrollo de Antioquia, especialmente entre los siglos XVIII y XX. Los arrieros eran los encargados de transportar mercancías, víveres, café, sal, tabaco, panela y otros productos a lomo de mula, conectando regiones aisladas con los centros de comercio y abastecimiento.

En una Antioquia montañosa y sin vías pavimentadas, el arriero fue el símbolo del esfuerzo y la tenacidad, capaz de recorrer largas jornadas entre pueblos, cruzar quebradas, resistir las lluvias y abrir trochas que luego serían caminos veredales y, más adelante, carreteras.

Elementos clave de la cultura arriera:

  • La mula: compañera inseparable del arriero, fuerte y resistente, adaptada a los caminos difíciles.
  • El carriel: bolso de cuero típico que usaban para llevar documentos, herramientas, tabaco, monedas y amuletos.
  • La ruana, el sombrero y el poncho: prendas distintivas para protegerse del clima.
  • Las fondas y las paradas en camino: lugares de descanso, trueque y encuentro.
  • El lenguaje y la música: expresiones propias del arriero se han conservado en coplas, décimas, trovas y músicas populares.

Importancia en el desarrollo del país:

  • Fue clave en la colonización antioqueña, cuando cientos de familias se desplazaron hacia el sur y occidente para fundar pueblos como Manizales, Pereira, Armenia, entre otros.
  • Ayudó a consolidar el comercio del café, transportando la carga desde las fincas hasta los centros de acopio o estaciones del tren.
  • Originó un modelo de vida basado en la autosuficiencia, la solidaridad campesina y el ingenio popular.

Hoy en día, la arriería se recuerda no solo como un oficio, sino como una expresión cultural viva, presente en fiestas, festivales, narraciones orales, museos y, por supuesto, en eventos como la Travesía de Mulas y Arriería “Vicente Fermín López Buitrago”, que rinden homenaje a este legado.