1.Tú, primero, debes vivir en paz para poder apaciguar a los demás. Es más útil un hombre que trabaja por la paz que uno muy docto. Un hombre dominado por las pasiones, hasta el bien convierte en mal y todo lo cree malo.

El varón bueno y pacífico transforma todas las cosas en bien. El que vive en paz no duda de nadie; al que está disgustado y malhumorado lo atormentan las sospechas, ni él está tranquilo ni deja sosegar al prójimo. Dice a menudo lo que debería callar y omite lo que convendría hacer. Se fija en lo que deben hacer lo demás y descuida el cumplimiento de sus obligaciones.

Sé, ante todo, celosos contigo y sólo después podrás exigir un justo celo de los otros.

Lea también: Dios protege y salva al humilde

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.