1.No debemos confiar mucho en nuestras fuerzas porque a menudo nos falta la gracia y el recto discernimiento. Tenemos poca luz en nosotros y pronto la perdemos por descuido. Y muchas veces no advertimos lo ciegos que somos en nuestro espíritu.

Con frecuencia obramos mal y nos disculpamos peor. A veces nos mueve la pasión y pensamos que es fervor. Reprendemos las pequeñas faltas en los otros y pasamos por alto las nuestras, mucho mayores.

Muy pronto sentimos y exageramos lo que sufrimos de los demás y no prestamos atención a lo que padece nuestro prójimo por nuestra causa.

Si uno examina bien y con rectitud los propios defectos no juzgará severamente los ajenos.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.