8. El pidosísimo rey David bailó con toda su fuerza delante del arca de Dios, mientras rememoraba los beneficios hechos por Dios a los patriarcas en tiempos pasados. Hizo construir instrumentos musicales de varias clases, compuso salmos y dispuso que se cantaran con alegría y aún él mismo los cantaba frecuentemente, acompañándose del arpa, inspirado por la gracia del Espíritu Santo, enseñó además al pueblo de Israel a ensalzar al Señor con todo el corazón y juntar sus voces para bendecir y celebrar el nombre de Dios todos los días.

Si en aquel entonces se vivía en tan alto grado de devoción y si de aquel tiempo todavía quedaba el recuerdo de las alabanzas tributadas a Dios ante el arca de la Alianza, ¿cuánta piedad y cuánto respeto no debe inspirarme a mí, y a todo el pueblo cristiano, la presencia del Sacramento y la recepción del Santísimo Cuerpo de Cristo?

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.