78. Habitualmente nuestras mejores acciones quedan manchadas y corrompidas por el mal fondo que hay en nosotros. Cuando se coloca agua limpia y cristalina en un vaso con mal olor, o vino en una cuba cuyo interior se deterioró por otro vino que contuvo, el agua cristalina y el buen vino se dañan y toman fácilmente su mal olor. De igual manera, cuando Dios vierte en el vaso de nuestra alma, deteriorada por el pecado original y actual, sus gracias y rocíos celestiales o el vino delicioso de su amor, sus dones son ordinariamente corrompidos y manchados por la mala levadura y el mal fondo que el pecado ha dejado en nuestras almas; nuestras acciones –aun las virtudes más sublimes– de ello se resienten. Por tanto, para adquirir la perfección que no se obtiene más que por la unión con Jesucristo, es de grandísima importancia vaciarnos de lo que hay de malo en nosotros. De otra manera, nuestro señor que es infinitamente puro, y que odia infinitamente la menor mancha en el alma, nos arrojará de su presencia, y jamás se unirá a nosotros.

Fuente: Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María y el Secreto de María

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