11. Cuando hayas llegado al punto en que la tribulación te sea agradable y te parezca sabrosa por amor a Cristo, considérate afortunado, porque has hallado el paraíso sobre la tierra.

Pero si te parece duro el padecer y aún procuras evitarlo, serás un desdichado, porque, adonde quiera que vayas, te seguirá la tribulación.

Lea también: Confía a Dios las alegrías para que con ellas haga él lo que más le agrade

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.