Hoy cuando la humanidad se estremece en el miedo colectivo a la muerte y el sufrimiento que puede causar el Coronavirus, siento desde lo profundo de mi corazón y concluyo que, el verdadero virus del que está contaminada la humanidad se llama: ambición. Lo que tenemos de más, es porque se lo quitamos a los demás.

Hoy millones de hectáreas se encuentran solas, en manos de unos pocos, mientras millones de hombres y mujeres carecen de un espacio digno para vivir y dónde cultivar alimentos. Las riquezas del mundo son abrazadas en manos de unos pocos, mientras millones mueren de hambre.

Los dominadores del poder y de la riqueza mundial ostentan la dirección y comandancia de los sistemas económicos, militares, educativos, alimenticios y de salud, todos obsoletos y planificados para el debilitamiento de la voluntad y la libertad; con ello dominan a la humanidad y ésta se ve sumida en ignorancia, enfermedad y esclavitud.

Millones de muertes se registran por temas cruciales como el hambre, el sida, el cáncer, la diabetes, la obesidad, entre otras y todas las curas y soluciones están en manos de los poderosos sin que sean entregadas a la humanidad, pero ¿cómo entregar alimento al mundo, vacunas contra enfermedades letales “incurables”, y educación para la libertad, si así pierden su gran empresa de dolor, sufrimiento y muerte que engrosa día a día las arcas de dinero y control mundial?

Un mundo diferente es posible, pero este es solo es viable cuando los poderosos se llenen de amor y luz, o cuando las masas dominadas entiendan que tienen el poder de cambiar su propia forma de vivir, vivir en conciencia, tanto individual, familiar y colectivo, y generar así todos un cambio desde la base de la pirámide.

Si cada uno de nosotros identificamos el virus de la ambición como ha corroído nuestros sistemas de valores, como a diario obedecemos en un juego peligroso del ser en el tener, del ser en la dominación y comenzamos a soltar, a liberar los recursos que son de todos, una nueva tierra será posible.

La Madre Tierra o Pasha Mama es de todos y para todos, no para unos pocos, la energía debe circular, porque lo que se estanca se pudre, por ello gran parte de la humanidad huele a podredumbre, porque no hemos entendido que este lugar es una casa prestada y que nosotros la debemos entregar mejor a las próximas generaciones.

Cuántos millones de personas mueren diariamente por hambre, por cáncer, sida, gripas, entre otros, y nos asustan con este virus, nos dicen que debemos acogernos a una cantidad de normas y leyes para evitar más muertes, sin embargo, los gobiernos a nivel mundial no han promovido unas políticas serias para evitar de una manera rotunda el hambre y la desigualdad, no han promovido políticas efectivas para salvarnos de la pandemia real impulsada por el neoliberalismo, el capitalismo voraz, y su virus que destroza corazones, hogares y naciones: la ambición.

Nos quieren vacunar contra el coronavirus, y tratar que volvamos a una cierta “normalidad”, la cual no será otra cosa que un efecto de lo que se planea para volvernos más individualistas, inhumanos, insensibles, pues recordemos el viejo y conocido refrán: divide y reinarás, y eso es lo que se provocará en las siguientes etapas del coronavirus.

Hoy tenemos una oportunidad como humanidad, no tragar entero, formarnos, cultivar la fuerza del espíritu, fortalecer una voluntad férrea de seguir el bien y cuestionar, además, debemos actuar en masa, pues un nuevo orden mundial se impone ante nuestros ojos, y muchos de nosotros no alcanzamos a percibirlo. La ambición tiene un antídoto infalible llamado amor, y este tiene miles de formas de cultivarse, de expresarse y de fortalecernos para hacer de este mundo un lugar vivible en verdadera alegría y hermandad.

Finalmente, necesitamos mentes críticas, una revolución desde nuestro interior para salvar la vida en familia, la vida en sociedad y entender de una vez por todas que este virus, por letal que parezca, es solo una herramienta del poder para aislarnos y controlarnos, ¿por qué no hacen la misma bulla y cortina de humo con los otros males que acongojan a la humanidad?

El amor es nuestra única herramienta, es nuestra única salida para unirnos y salvarnos de la hecatombe que se avecina.

Por: José Fernando Botero Grisales