3. ¿Hay otra gente tan gloriosa como el pueblo cristiano? Bajo el techo de este cielo, ¿hay otra criatura tan amada por ti como el alma devota en la cual Dios entra para alimentarla con su cuerpo glorioso?

¡Oh gracia inefable! ¡Oh maravillosa condescendencia! ¡Oh amor inconmensurable otorgado únicamente a los hombres!

¿Qué daré yo al Señor a cambio de tanto favor, a cambio de este exceso de amor? No hay cosa más agradable que yo le pueda dar a mi Dios que entregarle sin reservas mi corazón para que se una íntimamente a él.

Al estar mi alma perfectamente unida a Dios, se alegrarán todas mis entrañas. Entonces Dios mismo me dirá: «Si tú quieres estar conmigo, yo quiero estar contigo». Y yo le responderé: «Dígnate, Señor, quedarte conmigo, porque yo también no quiero otra cosa que estar contigo».

Este es mi único anhelo, Señor: que mi corazón esté unido al tuyo.

Lea también: Realmente tú eres mi amado, escogido entre miles

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.