Cuando se habla de la guerra podemos referirnos generalmente a la objetividad del poder, ambición y adquisición ante lo político, social, cultural y económico, acusando el mecanismo accionante de la violencia inhumana, bajo la existencia humana.

Desde otro lado, se puede inferir ante el mundo de hoy: “para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad”, DAZA (2011). Ante esta situación la guerra atiende a los propósitos de sus participantes y al contexto de su interés del poder político.

Ancorado en los distintos enfoques de una sociedad, podemos hablar entonces de las guerras que se han dado en la historia, una mirada desde la polemología: la guerra santa, es aquella que convoca una iglesia o un representante religioso, amparándose en tradiciones ancestrales de lucha por la supervivencia de una religión sobre otras; la guerra civil, es la que se disputan dos o más bandos políticos y/o sociales, por controlar la dirección de las instituciones imponiendo un modelo sociopolítico por encima de otro; la guerra de guerrillas, es el conflicto en el que un contendor (usualmente una fuerza de ocupación) es desproporcionadamente superior a otro armado; la guerra total, es la representación de conflictos en los que las naciones involucradas movilizan hasta el último de sus recursos disponibles para enfrentar y vencer al enemigo, es ahí donde nace la guerra nuclear, surgida sólo a partir del siglo XX y el desarrollo de las armas atómicas de destrucción masiva que representa un peligro, incluso para la vida misma del planeta.

Ahora bien, hablemos de la guerra-científica, la guerra del presente, una guerra que nace en los años 90, se ata a la mentalidad maquiavélica que está en conexidad al pensamiento de la fenomenología sociopolítica, socioeconómica y sociocultural. Ni la misma sociedad alcanza a imaginarse, ni figurarse en su existencia, agrega BERRIO (2020), “la guerra está sobre la naturaleza de las teorías científicas, edificadas por el mismo hombre”, es lamentable que estas solo las mimetizan como daños ambientales, pandemias, contaminación ambiental, epidemias, contagios, virus, entro otras situaciones que se dan en nuestro entorno.

Es hora de hacer un pare reflexivo y cuestionable: ¿hasta dónde la ambición del hombre, asir a la persecución del poder socio-humano, ligado a su vez a la búsqueda del control del poder capital, por encima de toda preexistencia humana, donde el dinero y el poder, dioses de la existencia humana?

Lo natural pisotea lo sobrenatural, la metafísica es ajena a la objetividad del pensamiento del hombre, como un ser humano y social. DAZA (2020) afirma: «¡El poder y el dinero relegaron a Dios!«.

Por:

Luis Fernando Daza López
Especialista en Gerencia Educativa de la CUMD.
Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Matemática de la UdeA.

Yuliana Berrio Osorio
Analista