Las dos palabras que tomaremos, el hombre desde sus orígenes, hace uso de ellas; en el mundo hoy, su uso, es un arte, estas son: el arte de la Envidia y el arte del Chisme.

La envidia refleja admirablemente la inmadurez de las personas, abriéndole la ventana al chisme, producto de fantasías infundadas, efecto malsano de mentalidades superficiales y efímeras, donde no puede crecer la planta de la sinceridad y la nobleza.

Las azuzas y las aspas de la envidia y el chisme son destructivas, por eso la envidia hunde la ética de mujeres y hombres y los pilares de la tautología de buenos hombres y mujeres.

Las injurias y las calumnias, los métodos más prácticos del chisme, un roedor que carcome la moral de mujeres y hombres.

Vivir en un ambiente donde prima la envidia, es lo mismos que dormir en una jaula repleta de hienas con hambre. Convivir en un entorno donde prima el chisme, se es semejante a andar por los caminos donde la lealtad, la honestidad y la rectitud, son el puñal o la bayoneta para el vil asesinato.

Hay personas que dentro de su conciencia mantienen un veneno, semejante al de la víbora, ella mata con el veneno, la persona asesina con la lengua; con justa razón en el libro de la Sagrada Escritura, en los Proverbios dice: “El que habla sin pensar hiere como un cuchillo”, “Hay quien al hablar da tantas estocadas como palabras”.

La envidia es como el cáncer, va invadiendo el cuerpo hasta destruirlo, y el chisme se fabrica en la oscura alma, con el visto bueno de la cobardía, colapsando los sueños e ideales de una familia, de una institución, de un pueblo.

A estos hombres necios, su conciencia les habla: ¡Una palabra pronunciada, no regresa al mutismo, por más que se quiera retractar del daño que esta ha ocasionado, nunca se podrá remediar plenamente la herida causada!

La envidia y el chisme propugnan inconcusamente, la honra y la virtud, ajenas son, frágiles y delicadas como un florero de cristal. La envidia y el chisme rompen el cristal, un cristal que nunca esta reparado al lid del mismo.

La envidia y el chisme, una enfermedad mental para aquellos hombre y mujeres acompañados por su mundo de inferioridad aludidos a la ignorancia. La envidia y el chisme, no solo destruyen al ser, sepultan la integridad humana de ese ser. La envidia levanta un escándalo social y el chisme produce una inculturización social, proporcionando estos dos malestares accionantes, incalculables daños; no la ataja ni la fe del cizañero.

El hombre envidioso es una persona que tiene más vicios, su entorno familiar es donde más problemas poseen, por ello, estos hombres y mujeres actúan de esa manera tan letal.

El hombre chismoso aviva su chisme a partir de su frase favorita: “Esto que le cuento, me lo contó una persona muy seria”

El hombre envidioso aviva su envidia a partir de su frase favorita: “la gente no se muere de la enfermedad, sino por la envidia”.

Los hombres envidiosos y chismosos, despedazan las iniciativas del buen tejer social, desestabilizan el amor de una familia, el buen desarrollo de una empresa, asesinan la paz de un pueblo.

Aquellos y aquellas que viajan en el tren de la envidia y el chisme, son los pasajero de la adversidad, del infortunio y de la desgracias. Los hombres y las mujeres que se ocultan y se amparan en el chisme y en la envidia, terminan también en las lapidas de hombres y mujeres malévolos.

Por:

Luis Fernando Daza López
Especialista en Gerencia Educativa de la CUMD.
Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Matemática de la UdeA.

Yuliana Berrio Osorio
Diseñadora – Redacción

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