2. Si siempre se nos concediera la gracia inmediatamente y se nos entregara con la misma formulación del deseo, el hombre en su fragilidad, no la sabría aprovechar.

Por eso la gracia de la devoción hay que esperarla con segura confianza y, al mismo tiempo, con humilde paciencia, y cuando no te sea concedida, o te sea quitada sin que tú te lo puedas explicar, da la culpa a ti mismo y a tus pecados.

A veces es una pequeña cosa la que impide la gracia y nos priva de la misma; si es que puede llamarse pequeña la causa que nos obstaculiza un bien tan elevado.

Una vez que remuevas este obstáculo pequeño o grande, y alcances a vencerlo totalmente, alcanzarás cuanto habías perdido.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.