17. La naturaleza aspira conocer secretos y oír novedades, quiere aparecer en público y hacer experiencias, desea distinguirse y realizar cuanto le produzca aplausos y admiración. Pero la gracia no se preocupa de aprender novedades y curiosidades porque todas ellas provienen de la transformación de lo viejo, no habiendo nada, sobre esta tierra, que sea nuevo y duradero.

La gracia, además, enseña a refrenar los sentidos, a huir de la vana complacencia y ostentación, a ocultar con humildad lo que puede ser digno de admiración y alabanza y a buscar en todas las acciones y en todos los estudios la gloria y la honra de Dios. No quiere que se hable de ella y de lo que le pertenece, sólo anhela que, en sus dones, sea glorificado Dios que todo lo ha dado por puro amor.

Lea también: La gracia aguanta con fortaleza cualquier privación

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.