2. Si en todos los acontecimientos te mantienes firme y no te detienes en las apariencias exteriores, ni consideras con mirada humana lo que has visto y oído, sino que, para todo problema, a semejanza de Moisés, entras en el tabernáculo para consultar al Señor, oirás a veces el oráculo divino y volverás instruido de muchas cosas presentes y futuras.

Moisés acostumbraba recurrir siempre al tabernáculo para resolver las dudas y las dificultades y se amparaba en el auxilio de la oración para enfrentar los peligros y las maldades de los hombres. Del mismo modo debes tú refugiarte en el secreto de tu corazón e implorar con mayor insistencia el socorro divino.

Según se lee, Josué y los hijos de Israel fueron engañados por los gabaonitas «porque no preguntaron primero al Señor» y, al presentar fe con demasiada facilidad a las blandas palabras, se dejaron engañar por falsa compasión.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.