2. Cuídate, por lo tanto, de confiar demasiado en el anhelo que tengas sin consultarlo antes con migo, no sea que después debas arrepentirte y dolerte de algo que antes te agradaba y que deseabas por parecerte más perfecto.

Porque no se debe seguir inmediatamente cualquier inclinación que parezca buena, ni tampoco huir a primera vista de toda inclinación que repugne.

Algunas veces conviene reprimir el ímpetu, aun en las buenas decisiones y en los santos deseos, para no cansar tu espíritu por la importunidad del anhelo, para no cansar tu espíritu por la importunidad del anhelo, para no causar escándalo a otros con tu indiscreción y para no entristecerte y sucumbir por el contratiempo a otros causado.

Lea también: Capítulo 11|Examinar y moderar los deseos del corazón

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.