9. ¡Oh, si no tuviéramos otra ocupación que alabar al Señor, nuestro Dios, con todo nuestro corazón y con toda nuestra voz! ¡Oh, si nunca tuvieras necesidad de comer, beber y dormir, sino que siempre pudieras alabar a Dios y entregarte solamente a deberes espirituales! En este caso serías mucho más dichoso que ahora, que sirves por necesidad a todos los requerimientos del cuerpo.

Ojalá no existieran estas tendencias y si subsistieran solamente, para nuestras almas, las comidas espirituales que tan pocas veces paladeamos.

Lea también: ¿Qué hacen los religiosos, muy numerosos, que llevan una vida disciplinada bajo la observancia de las constituciones?

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.