4. Fortaléceme, Señor, con la gracias del Espíritu Santo. Dame energía para robustecerme interiormente y para desocupar mi corazón de todo cuidado inútil y toda congoja, para no dejarme llevar por tantos deseos de cosas viles o valiosas y para que las mire todas como transitorias y a mí mismo también un transeúnte como ellas.

Efectivamente, nada hay permanente bajo el sol aquí todo es vanidad y aflicción de espíritu (Ecl. 1, 14). ¡Cuán sabio es aquel que así razona!

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.