Una tarde reunidas donde Consuelito Henao, una de mis queridas amigas conocidas de Sonsón hace ya varias décadas, con Pepa Lara y sus sobrinas Leonor y Lucrecia, debatían temas cálidos del recuerdo, ardientes añoranzas mezcladas con lamentables hechos del presente.

Clemencia Flórez, que también las acompañaba, no módulo palabra, solo escuchaba con la mirada perdida en el bosque que desde el apartamento en un octavo piso parecía volar.

¡Ay no! ¡No más! ¡Que tristeza! ¡Jamás volveré a Sonsón!

Con los ojos encharcados y buscando en su bolso, sacó un pañuelo y se secaba las lágrimas sin querer dañar su maquillaje.

Es terrible el estado de mi casa, en lo que la convirtieron, no hay derecho, al patio le pusieron baldosas cerámicas, taparon el cielo con una marquesina horrible, lo llenaron de una cantidad de objetos antiguos que eso no es museo ni nada, solo una colección de ácaros mal presentada, que pesar, dañan la realidad destruyendo el patrimonio original sustituyéndolo con la degradación de nuestro legado.

Gimió, suspiró, se levantó de su sillón y se paró en la ventana mientras continuaba secándose las lágrimas.

Pepa Lara miró a sus sobrinas que extrañadas no entendían la situación.
Piedad, muy amiga de Consuelito Henao, quien también disfrutaba de la velada, para “romper el hielo” se refirió a las sobrinas preguntándoles:

Bueno y ¿ustedes qué hacen?

Yo estoy casada con un estadounidense y vivimos en Alemania.

Dijo Lucrecia.

¿Y vos Leonor?

Soy comunicadora social y estudio dirección de cine.

¿Cómo? ¡Qué maravilla!

En ese momento, Consuelito Henao encuentra la oportunidad de consolar a su muy querida amiga Clemencia quien continua parada en la ventana.

¡Clemencia! Vení, mirá, Leonor es comunicadora.

A lo que Clemencia no se inmutó. Sin embargo piedad continuó hablando con Leonor y le dio la idea de hacer algún trabajo social con respecto a las tradiciones y patrimonio cultural de Sonsón.

No conozco Sonsón. Jamás he ido. Lo que conozco de Sonsón es a través de mi tía Pepa que tiene tan bellos recuerdos, además, es un poco lejos pero es buena idea.

Clemencia se acercó al sillón, tomó su bolso y dijo a Piedad:

Vámonos, ya es hora.

Consuelito Correa insistió:

Que afán, ustedes van para la finca, ni Pepa que tiene que ir hasta Medellín.

Pepa también decidió salir con Lucrecia y Leonor y la visita se terminó.

Por: Mercedes Espinosa de Pombo