5. Es una cosa maravillosa, digna de la mayor fe, una cosa que excede la humana comprensión, que tú, Señor y Dios mío, verdadero Dios y verdadero hombre, esté contenido todo entero bajo las pequeñas especies del pan y del vino y que seas comido sin consumirte por el que te recibe.

Tú, Señor de todo el universo, que de nada necesitas y que has querido vivir entre nosotros (2 Mac. 14, 35) por medio de tu sacramento, conserva mi corazón y mi cuerpo libres de toda mancha para que yo, con alegre y pura conciencia, pueda celebrar continuamente tus misterios, y pueda recibir, para mi salvación eterna, lo que tú has establecido e instituido principalmente para tu glorificación y continuo recuerdo de tus beneficios.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.