5. Si continuamente pensaras más en tu muerte que en la longitud de la vida, sin duda te enmendarías con mayor diligencia. Y si, además, meditaras seriamente las futuras penas del infierno y del purgatorio, creo que de buena gana sufrirías cualquier molestia y angustia y no temerías ninguna austeridad. Pero como estas realidades no entran en nuestro corazón y seguimos amando la vida regalada, permanecemos con frecuencia tibios y perezosos.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.