2. Si te miras más detenidamente, verás cómo viven en ti todavía el mundo y el vano deseo de agradar a los hombres.

Si aún rehúyes la sumisión y la confusión causada por tus faltas, estás demostrando que no eres sinceramente humilde, ni que has verdaderamente muerto para el mundo ni que el mundo ha sido crucificado para ti.

Si escuchas mi palabra, no prestarás atención ni siquiera a diez mil palabras de los hombres. Aun si se divulgan contra ti todas las calumnias que se puedan inventar con la mayor de las malicias, ¿que perjuicio te pondrán causar si no le prestas atención y las consideras menos que una pajita? ¿Te podrán arrancar aunque fuera un solo cabello?

Lea también: Capítulo 46|Confiar en Dios cuando nos critican

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.