7. Si hasta hoy hubieras vivido siempre en medio de honores y delicias, ¿qué te serviría todo lo pasado si en este instante debieras morir?

Todo, por lo tanto, es vanidad, menos el amar a Dios y a él solo servir. Al que ama a Dios con todo su corazón no lo espanta la muerte ni el castigo, ni el juicio ni el infierno, porque el amor perfecto abre de par en par la puerta que conduce a Dios.

No sorprende que la muerte y el juicio asusten al que aún se deleita en pecar. De toda manera, si el amor todavía no basta para apartarte del mal, es bueno que por lo menos te detenga el miedo al infierno. En efecto, el que descuida el temor de Dios no puede perseverar largo tiempo en la virtud, porque muy pronto caerá en los lazos del demonio.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.