2. Como todavía soy débil en el amor e imperfecto en la virtud, necesito que me fortalezcas y ayudes. Por eso, visítame con más frecuencia, Señor, y enséñame tus caminos de santidad. Líbrame de mis malas pasiones y purifica mi corazón de toda aflicción desordenada, para que, sano y robustecido en el corazón, sea apto para amarte, valiente para sufrir y constante para perseverar.

Lea también: Capítulo 5|Efectos maravillosos del amor divino

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.