3. Yo soy el que eleva la humilde inteligencia a un punto tal que puede comprender más cabalmente los fundamentos de la verdad eterna que si hubiese estudiado diez años en las universidades. Yo enseño sin palabras altisonantes, sin confusión de opiniones, sin fasto catedrático, sin contraposición de argumentos.

Yo soy el que te enseña a despreciar lo terrenal, a huir de lo contingente y a buscar y alcanzar lo eterno; a eludir los honores, a soportar los oprobios, a colocar toda esperanza en mí, a desearme exclusivamente a mí y a amarme sobre todas las cosas.

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.

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