7. Nunca he encontrado una persona tan religiosa y devota que no haya experimentado de vez en cuando el ocultamiento de la gracia o un enfriamiento en su fervor. Ni hubo santo tan elevado e iluminado que, antes o después, no haya sentido la tentación.

No es digno de la alta contemplación de Dios el que, no haya sido probado por Dios en alguna trubulación. Porque la tentación presente es señal de un gozo siguiente.

A los probados por la tentación se les promete el consuelo celestial. En el libro del Apocalipsis se afirma: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida (Ap. 27, 7).

Lea también: El mejor remedio es la paciencia y la resignación a la voluntad divina

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.