7. El que sólo se prepara al llegar la festividad o porque la costumbre lo obliga, generalmente nunca estará bien predispuesto.

Bienaventurado aquel que se ofrece a Dios en Holocausto todas las veces que celebra la misa o comulga.

Cuando celebres la misa no seas muy lento ni demasiado apresurado, sino observa el término medio vigente entre aquellos con quienes vives. Procura no causar molestia ni fastidio a nadie. Observa el camino trazado por los antepasados y mira más el provecho de los demás que a tu devoción o a tu sentimiento.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.