6. Si uno está impedido legítimamente, pero tiene la buena voluntad y la devota intención de comulgar, no será privado del fruto del sacramento. Ya que, cualquier persona devota puede, todos los días y en cualquier momento, recibir provechosamente la comunión espiritual de Cristo, sin que nadie pueda impedírselo.

Sin embargo, en ciertos días y en tiempos determinados, debe comulgar sacramentalmente el cuerpo de su Redentor con amoroso respeto, procurando más la gloria y la honra de Dios que su personal consuelo.

Tantas veces una persona devota comulga místicamente y se alimenta espiritualmente cuantas medita piadosamente en el misterio de la encarnación y de la pasión de Cristo y se inflama en su amor.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.