1.Hijo, ¿qué es lo que dices? Deja de quejarte y considera mi pasión y la de los santos. Todavía no has resistido hasta el derramamiento de sangre (Heb. 12, 4).

Poco es lo que sufres, en comparación con lo que otros padecieron, por las tentaciones tan fuertes que aguantaron, por las graves aflicciones que sostuvieron y por las innumerables pruebas y combates que afrontaron.

Es necesario que recuerdes los graves padecimientos de otras personas para que puedas soportar fácilmente tus pequeñas molestias. Y si no te parecen pequeñas, considera si eso se debe a tu impaciencia. De toda manera, los dolores tuyos, chicos o grandes, procura enfrentarlos todos con paciencia.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.