3. ¡Ho! ¡Cuánto debo agradecerte porque te dignaste mostrarme a mí y a todos los fieles el camino derecho y parejo que conduce a tu reino eterno!

Tu vida es nuestro camino y por la santa paciencia peregrinamos hacia ti, nuestra recompensa. Si no te hubieras adelantado y no nos hubieras señalado, ¿quién trataría de recorrerlo? ¡Ay! ¡Cuántos quedarían apartados y atrasados si no pudieran mirar tus heroicos ejemplos!

Si después de todo esto, después de haber oído tantos milagros y tanta doctrina, estamos todavía tibios, ¿Qué sería de nosotros si no hubiésemos tenido tanta luz para seguirte?

Lea también: Capítulo 18|A imitación de Cristo, soportar las miserias de esta vida

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.