1.Señor, la tarea de un varón perfecto es no aflojar el propio ánimo de la consideración de las cosas celestiales y transitar sin inquietarse entre múltiples preocupaciones, no como un tonto, sino con la prerrogativa de un alma libre que no tiene afecto desordenado a ninguna criatura.

Lea también: Y si llegas al perfecto menosprecio de ti mismo, entonces sabrás que gozarás de paz tan abundante

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.