1.Hijo, aún no eres un amante valiente y prudente.

¿Por qué, Señor?

Porque a la menor contrariedad abandonas lo comenzado y buscas con demasiada avidez las consolaciones. El amante valiente resiste a las tentaciones y no se deja seducir por las falaces insinuaciones del enemigo. Así como le agrado en la prosperidad, también le gusto en la adversidad.

Lea también: El que no esté dispuesto a sufrirlo todo y hacer la voluntad del Amado, no es digno de ser llamado amante

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.