4. ¿Cómo se puede amar esta vida que tiene tantas amarguras y que está expuesta a tantas calamidades y miserias? ¿Cómo puede llamarse vida lo que tantas muertes y desastres produce? Y, sin embargo, se la ama y muchos se esfuerzan para deleitarse en ella.

Mucho se critica al mundo por ser engañoso y fatuo y, no obstante, no nos deprendamos de él, porque los apetitos terrenales aún no dominan demasiado. Unas cosas nos llevan a amarlo y otras a despreciarlo. Nos incitan a amarlo la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (1 Jn. 2, 16). Pero las penas y las miserias que sin falta les siguen, engendran odio y aversión al mundo.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.