3. Cuando empieces el día, piensa que no llegarás a la noche y al principiar la noche no te atrevas a esperar las mañana. Encuéntrate, pues, siempre preparado y vive de tal manera que la muerte nunca te sorprenda desprevenido.

Muchos mueres instantánea e improvisamente, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que menos se piensa (Lc. 12, 40). Cuando llegue aquella última hora, empezarás a juzgar de muy distinta manera toda tu vida pasada y mucho deplorarás el haber sido tan flojo y tan negligente.

Lea también: ¿Qué aprovecha vivir mucho cuando nos reformamos tan poco?

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.