3. Cristo Jesús, mi esposo tan amado, amigo verdadero, señor de todas las criaturas, ¿quién me dará alas de verdadera libertad para volar y reposar en ti? ¿Cuándo me será concedido descansar por completo en ti y ver cuán suave eres, Dios y Señor mío? ¿Cuándo me recogeré tan plenamente en ti que me olvide de mí por amarte a ti, a ti sólo y sobre cualquier sentido y forma y de un modo no conocido por nadie?

Ahora con frecuencia gimo y llevo mi infelicidad con dolor. Porque en este valle de miserias ocurren muchos males que a menudo me turban, entristecen y me llenan de tinieblas; muchas veces me impiden el camino y me desvían, seducen y me halagan para que no tenga libre acceso a ti y no disfrute de tus suaves abrazos que suelen gozar constantemente los espíritus bienaventurados.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.