4. No habrá vicio que no tenga su propio tormento. Allí los orgullosos serán colmados de humillación y los avaros reducidos a la más extrema miseria. Allí una hora de pena será peor que cien años de amarga penitencia. Allí no habrá ningún descanso ni consuelos para los condenados; aquí, por lo menos, de vez en cuando uno se alivia del trabajo y disfruta de la compañía de los amigos.

Debes tener cuidado y llorar tus pecados para que, en el momento del juicio, te encuentres con toda certeza entre los bienaventurados. En aquel día pues, los justos estarán con mucha seguridad frente a los que le han oprimido y los que menospreciaron sus fatigas (Sab. 5, 1). Entonces, el que aquí se sometió humildemente al juicio de los hombres, se sentará para juzgar. El pobre y el humilde tendrán mucha serenidad, mientras que el orgulloso experimentará un pavor tremendo.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.