2. El adelanto espiritual va parejo con nuestro propósito y el que quiera progresar necesita mucha actividad. Si el que hace firmes propósitos falla muchas veces, ¿qué será de aquel que sólo raramente formula algún proyecto y sin mucha decisión?

Sucede que por diversos motivo abandonamos nuestras resoluciones, pero, acordémonos que también la simple omisión de un solo ejercicio de piedad produce un perjuicio. El propósito de los justos, más que de la propia prudencia, depende de la gracias de Dios, en la cual ponen toda su confianza y al cual confían toda empresa. El hombre propone, pero Dios dispone, ya que no está en manos de los hombres determinar el propio futuro.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.