6. Si entraras de una vez en el corazón de Jesús y saborearas un poquito de su encendido amor, entonces no te preocuparía lo que te pudiera agradar o desagradar, antes bien gozarías de las humillaciones recibidas, porque el amor de Jesús lleva al hombre a despreciarse a sí mismo.

El amigo de Jesús y de la verdad, y el que es verdaderamente interior y se halla libre de los afectos desordenados, puede entregarse a Dios con toda libertad, elevarse sobre sí mismo en el espíritu y descansar en él gustosamente.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.