5. Gracias, creador y redentor de los hombres, porque, a fin de manifestar al mundo tu caridad, has preparado esta gran cena en la cual no se sirve el símbolo del cordero sino tu santísimo cuerpo y sangre. En este sagrado banquete donde están todas las delicias del paraíso y en el cual participan con nosotros, aunque con un placer más dulce, los santos ángeles, colmas de alegría a todos los fieles y los embriagas con el cáliz de la salvación.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.