2. No persigas el falso brillo de un gran nombre, ni el trato familiar de muchos, ni la amistad particular de las personas, porque todo esto causa distracciones y muchas oscuridades al espíritu.

De buena gana yo te dirigiría mi palabra y te revelaría mis secretos si esperas atentamente mi venida y me abrieras la puerta del corazón.

Está prevenido, vela en oración (1 Pe. 4, 7) y humíllate en todo (Eclo. 3, 20).

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.