Desde hace mucho tiempo, allá en el centro del universo, en lo más profundo de uno de sus bosques vive Hansel y Gretel, dos niños hijos de un leñador. El hombre se ha casado por segunda vez con una mujer, quien considera que ser niño es una gran oportunidad de pasar por diferentes experiencias de aprendizaje en las cuales los padres son determinantes al permitirles ejercer su libre albedrío.

Hacen demasiado ruido, crecen felices y con afán de explorar los diferentes bosques, el universo, sus alrededores y sobre todo conocer las emociones que en su interior pueden desarrollarse. Por esta razón deciden hablar con sus padres para que les concedan el permiso de ir a lo que se rumora es tenebroso y oscuro; siendo inminente sucumbir ante el más intenso olvido que incluye el no saber quién eres.

El leñador y su esposa se sientan a discutir la idea con sus hijos, les hacen ver las dificultades a las que estarán expuestos, les dejan claro que contarán con su apoyo cada vez que lo requieran y que están en su derecho de ejercer su libertad; se ponen de acuerdo y a la mañana siguiente abandonan el hogar en dónde todo ha sido bueno, buscando realizarse como seres integrales, de sabiduría completa.

Al salir de la casa tienen en cuenta las advertencias de sus padres. Es así como para poder regresar a casa cuando hayan cumplido con los propósitos que se han impuesto van dejando huellas, marcas que sólo ellos conocen y que forman parte de su ser. Plasman cada experiencia en el mundo de los recuerdos con su propia energía con el fin de retomarlas en la ruta de regreso a casa.

Cada que llegan a un nuevo bosque descubren que la temperatura, la humedad, los habitantes presentan condiciones y rasgos específicos que los hacen únicos. Deben adaptarse a cada paraje visitado, haciendo de sus días en ellos un escalón superado. De ese modo particular cuando han conseguido aprender todo lo posible en este mundo, migran al siguiente dónde se repite con la misma actitud el procedimiento enriqueciendo sus existencias con nuevos conocimientos.

Al terminar su viaje por todo lo que ahora para ellos es conocido y hace parte de su acumulado
se encuentran perdidos.

Han pasado tantos siglos que dan círculos una y otra vez sobre lo ya vivido. Juju están atrapados, ciegos, atados al desconocimiento de su origen. A pesar de todo lo aprendido, con la necesidad de saber a dónde se pertenece y cómo llegar ahí.

Después de mucho tiempo de andar sin dirección Hansel y Gretel deciden dejar de buscar el camino de regreso, se sientan en calma, respiran suave y profundo. Esta acción permite al instante, que llegue hasta ellos la ayuda de sus padres. Ante sus ojos encuentran aquellas harinas que son parte de sus identidades y van recogiendo una a una cada huella; las vivencias del pasado, sus recuerdos, retomando su energía perdida en cada experiencia y soltando todo el dolor; cada eslabón de aquella cadena que los mantenía hundidos en el olvido.

Se han reencontrado con sus padres quienes han agradecido por su hazaña de retornar completos.

Por: Berenice Pérez Hincapié.

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