No es un secreto, ni una mentira decir que: ¡El deseo del poder es una enfermedad! Con el pasar del tiempo ésta desata un trastorno llamado síndrome de hubris (SH), ego del ser, un trastorno emocional y afectivo que afecta a hombres y mujeres que ejercen el poder político en cualquiera de sus formas.

Ante el malestar social en las dos últimas décadas, se ha analizado efectos y acciones, respecto a la sed del poder tras la política, líderes que se aferran y reflejan algo en común y comportan cualidades como:

La polarización y el populismo, un encanto popular que hace su mente oscura, cultivando su populismo y extremismo sobre su existencia de líder político. Estos hombres y estas mujeres, polarizan y dividen sociedades con su filosofía política, amarran la justicia ante su artificio y sofismas, esclavizan pueblos en su pobreza y su infortunio social.

Líder incendiario, aquel que cuando se dirige al pueblo, siembran la semilla del odio, la muerte y la guerra, sepultan la ética y la moralidad, a través, de calumnias e injurias, sellan los ideales y sueños de un pueblo mediante los prevaricatos, encadenan los anhelos de una sociedad recurriendo a su envidia y su rencor político, alientan en su política la angustia social.

Es lamentable ver como en Colombia la política para el 2022, es más adversa a los pilares de ella, donde los gobernantes engañan vilmente a los gobernados – pueblo – manipulan sus derechos y crean falsas expectativas e ilusiones, llevan en su imagen política, el líder del pueblo, hurtan y contratan con el erario del pueblo, por ello, algunos teóricos afirman que para algunos líderes en su perversa y maquiavélica filosofía alcanzan su sed del poder político ante la siguiente premisa:

«El arte del poder y de la política, es engañar y mentir», Berrio (2017).

Es el momento de reconocer que la enfermedad del poder tras la política, viene haciendo daños profundos en la sociedad, y para la nueve sociedad, son menos ingresos en el valor capital de cada familia; el sobre costo de la inflación, encarece la vida, el bajo crecimiento de la economía social; la caída del costo del producto de la mano de obra del vulnerable; el crecimiento del desempleo y el incremento de la corrupción en sus manifestaciones políticas.

Estos fenómenos ocasionados por la sed del poder tras la política, masacran la salud, la educación, la seguridad entre otros aspectos de derecho… No importa cuántos puestos de Sisbén se creen y ofrezcan, ni cuántos cupos de colegio se creen.

«Si no se hace un acto de conciencia política y social, esto cobrará la subsistencia de un ciudadano, de una familia, de un pueblo y de una Nación», Berrio, (2017).

Por:

Luis Fernando Daza López
Especialista en Gerencia Educativa de la CUMD.
Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Matemática de la UdeA.

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