2. Los que aman a Jesús por el mismo Jesús y no por algún consuelo que de él reciben, lo bendicen tanto en la adversidad y en la angustia del corazón como en las más elevadas de las alegrías. Y aunque él nunca les quiera otorgar consuelo, siempre lo alaban y le dan gracias.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.