12. Debemos también exclamar con el Apóstol: «El ojo no ha visto, el oído no ha oído, a nadie se le ocurrió pensar…» las bellezas, grandezas y excelencias de María, milagro de los milagros de la gracia, de la naturaleza y de la gloria. «Si quieres comprender a la Madre —dice un santo—, trata de comprender al Hijo. Pues Ella es la digna Madre de Dios». ¡Enmudezca aquí toda lengua!

13. El corazón me ha dictado cuanto acabo de escribir con particular alegría para demostrar que la excelsa María ha permanecido hasta ahora desconocida y que ésta es una de las razones de que Jesucristo no sea todavía conocido como debe serlo. De suerte que si el conocimiento y reinado de Jesucristo han de dilatarse en el mundo —¡lo que sucederá ciertamente!—, esto acontecerá como consecuencia necesaria del conocimiento y reinado de la Santísima Virgen. ¡Ella le trajo la primera vez y lo hará resplandecer en la segunda!.

Fuente:

Fuente: Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María y el Secreto de María