4. Ocupa el último lugar y se te dará el primero, porque no se puede sobresalir mas que apoyándose en el cimiento de la humildad.

Los más grandes santos ante Dios se consideraron como los más pequeños y ahora son tanto más gloriosos cuanto más humildes fueron. Llenos de verdad y de gloria celestial no buscaron la gloria que pasa.

Los que están cimentados y confirmados en Dios no pueden ser soberbio. Y los que atribuyen a Dios todo lo que han recibido no buscan las mutuas alabanzas; quieren la gloria que sólo viene de Dios, desean que Dios sea glorificado sobre todos, en sí mismo y en todos los santos; y siempre tienden a este objetivo.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.