3. No se ha de poner mucha confianza en el hombre frágil y mortal aunque útil y querido; ni se ha de sentir grande tristeza si alguna vez nos combate y nos contradice. Los que hoy están contigo, mañana pueden ser tus contrarios, y al revés, porque los mortales cambian a menudo como el viento.

Pon toda tu confianza en Dios y sea él tu temor y tu amor. El responderá por ti y lo hará bien, como mejor convenga. No tienes aquí abajo una ciudad permanente (cfr. Heb. 13, 14), y donde quiera te halles serás un extranjero y un peregrino y jamás tendrás reposo si no estas íntimamente unido a Cristo.

Lea también: Cuando poseas a Cristo serás rico y eso te bastará

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.