¡Qué agradable y alegre es la servidumbre de Dios con la cual el hombre se hace libre y santo de veras! ¡Qué sagrado es el estado religioso que hace al hombre igual a los ángeles, amigo de Dios, terrible a los demonios y recomendable a todos los fieles!

¡Qué digna de ser abrazada y siempre deseada es la esclavitud por la cual se merece al Sumo Bien y se adquiere el gozo que ha de durar eternamente!

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.