10. ¡Oh Dios, invisible creador del mundo, que admirable es lo que haces con nosotros! ¡Cuán suave y misericordioso es lo que concedes a tus elegidos, a los cuales te entregas a ti mismo como alimento en el sacramento! Sacramento que trasciende toda inteligencia y que atrae, de modo particular, los corazones de los devotos e inflama su amor.

Porque los que verdaderamente te siguen con fidelidad, y enderezan toda su vida hacia la perfección espiritual, frecuentemente reciben de este excelso sacramento una mayor gracia de espíritu de piedad y un mayor amor hacia la virtud.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.